sábado, 14 de agosto de 2010


Se sentía rendida, abatida tras volver de aquel largo y profundo viaje en el que recorrió todos y cada uno de los pensamientos que invadían sin tregua su cabeza. Pero, en el fondo lo sabía, o creía saberlo. Se trataba simplemente de una fuerte atracción que sólo con gran esfuerzo era capaz de controlar. Por primera vez en sus veintitrés años de vida había experimentado algo diferente, algo nuevo y con lo que se sentía completamente desconcertada, aturdida ante semejante persona que encendía y activaba cada una de las partes de su cuerpo en un instante. Hacía tiempo que nadie le causaba tanto deseo, e incluso casi no recordaba haber vivido antes algo así, al menos no de la manera que lo estaba experimentando ahora. Ella sabía que causaba exactamente el mismo efecto sobre él. Tras continuar meditando durante unos segundos, y sin darle ni una vuelta más, dio un sorbo al café que llevaba teniendo delante más de 30 minutos mientras se preguntaba si era posible querer a dos personas a la vez.